Después cuando no estábamos en el campo de batalla, nos íbamos a bañarnos al río, a escondida de nuestros padres, claro, al principio nos bañábamos con los calzoncillos, pero cuando llegábamos a casa nuestras madres que no eran tontas, se daban cuenta del amarillento del calzoncillo, y paliza al canto, entonces decidimos de que había que hacer algo, y optamos por bañarnos en cuero, pero no asustarse porque rara ves venían guerreras, y cuando venían no se bañaban, porque cuando empezábamos a quitarnos las ropas, se iban a dar una vuelta, hasta que terminábamos de bañarnos, aunque yo creo que no iban muy lejos, se quedaban por allí escondidas para mirar.
Después de las aventuras de la guerra y el baño en el río, ya algunos calentitos por alguna que otra paliza de nuestros padres, porque aunque nos bañábamos en cuero, como se dice ahora en pelota picada, siempre había algún chivato que se iba de la lengua o alguna chivata, nos íbamos a jugar pero ya eran unos juegos menos peligrosos, como el trompo, la lima, el turco que normalmente lo jugaban las niñas, y algún que otro mariposilla, a pico panza panza pico, al escondite que lo jugaban lo mismo niñas que niños y que más de uno o una aprovechaba para esconderse con la que le gustaba o el que le gustaba para darle un beso o lo que surgiera, a piola, a palma arriba palma abajo al cielo voy, a saltar con la cuerda, al pañuelo, al elástico, a la tángana, a la siete y media, a la gallina ciega, al coger, a un dos tres pollito ingles, a la pelota, a las canicas, a la olla.....
Ya por la tarde después de la merienda, de pan con aceite y azúcar, o pan con chocolate, que para poder untarlo como si fuera nocilla, poníamos la onza de chocolate al sol para que se derritiera, ahora había que buscarse la forma de entrar al cine sin pagar, porque después de tantas travesuras durante el día nuestros padres no nos daban ni una perra gorda, yo si tenia suerte y mi hermana salia con el novio estaba salvado porque para que mi hermana pudiera salir con el novio me tenia que llevar a mi de carabina, pero cuando volvíamos la esquina mi cuñado me daba para el cine para que los dejara solos, otras veces íbamos a barrer el cine de verano y entrabamos gratis, cuando no como el cine estaba echo de tablas, siempre había unas grietas o agujeros por donde se podía mirar para ver la película.
Y esta era una jornada de un chaval de aquellos tiempos, que aun que no teníamos tanta tecnología ni tantos medios, también lo pasábamos bien.
Francisco Perez Duran, uno de aquellos chavales |
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